7 de mayo de 2015
Hola
Si es la primera vez que vienes, déjame darte la más cordial bienvenida a este blog. Aquí encontrarás un poco de todo lo que he ido escribiendo en cuanto a educación y comunicación principalmente. También hay otras cosas. Ojalá te guste y pases con frecuencia.
30 de abril de 2015
Don Fernando
El otro día me encontré con Fernando Elizondo en una tienda.
Iba muy elegante. El traje era fino y el coche, Audi. Me presenté con él porque
estaba ahí, al alcance de la mano, sin guaruras y sin parafernalia. Un
ciudadano más. Le pregunté cómo le podía ayudar. Me contestó que hay que
combatir la idea de que votar por él es desperdiciar el voto. Le desee suerte.
Días después cenamos mi esposa y yo con un matrimonio de otra
generación. Nosotros estamos en nuestros treinta y tantos, ellos alrededor de
60 años. Es decir, son de la generación de Fernando Elizondo.
Aquí viene bien hacer un poco de historia de Monterrey y de
Nuevo León. Fernando Elizondo es hijo del ya fallecido ex gobernador de Nuevo
León Eduardo Elizondo. Es de aquí y ha sido figura pública, por alguna razón o
por otra, toda la vida.
Don Eduardo Elizondo había sido rector de la UANL. Fernando
estudió Derecho en la casa de todos los neoloneses mientras su padre era gobernador. Es decir,
que los que pasaron por la facultad de derecho a finales de los 60 lo ubican
perfectamente.
Don Eduardo fue muy querido por esa generación: los que ahora
tiene sesenta y pelos. Fernando estudió posgrados en el extranjero y aquí en el
TEC, fue abogado y acabó en las grandes empresas regias: Alfa e Hylsa. También
trabajó para Salinas y Rocha. Un as de las finanzas, un hombre serio:
chambeador y honrado.
Impregnado por el espíritu cívico que seguramente heredó de su
padre, se movió en política siempre vestido de ciudadano. Destacó y ocupó los
cargos que le conocemos: Tesorero del Estado (en tiempos difíciles),
Gobernador, Secretario Federal, Senador.
La opinión que tiene la generación de nuestros padres de
Fernando Elizondo es muy buena. Eso me lleve de la cena con ese matrimonio. Es un hombre de aquí, de toda la vida. Con una
historia enraizada en la vida pública de Nuevo León y de Monterrey y no se le
conoce falla, robo o escándalo que desdigan su prestigio.
Porque en Monterrey todos nos conocemos. Y se sabe que el
bronco, es… bronco. Y no paga sus deudas hasta que se aparece la ley a
cobrarlas. Y si puede mangonear a la ley lo hace. Alardea de eso. De Ivonne se
sabe que tiene padrino y es parte del partido y del sistema. Su rectitud de
intención es dudosa y suena -cuando menos a mí- irresponsable su pretensión. Como soltarle el coche a un niño. En cuanto a Felipe, lo seguimos desde hace
años. Es de la nueva generación. No le conozco pecados, pero no me parece que
sea su momento.
El que enarbola los valores y las virtudes del verdadero
Nuevo León es Fernando Elizondo. Porque se ven esos valores y virtudes que nuestros abuelos y nuestros padres usaron para construir este gran Estado: ahorro, honor, progreso social de los menos favorecidos, transparencia y eficacia del gobierno, bienestar para todo el que esté dispuesto a trabajar en serio. Un Nuevo León del que podamos estar orgullosos.
Don Fernando necesita todos los votos que podamos hacerle llegar porque Nuevo León necesita a su mejor gente.
13 de febrero de 2015
Viejos juegos nuevo look
Para niñas, la granja. Para niños, la guerra. Los clichés son los de siempre. Ellas siembran, recolectan. Cuidan de los animalitos. Venden, almacenan. Tienen clientes, pedidos. Buscan ganancias y con ellas compran. Todo el ecosistema de una comunidad granjera a gran detalle digital.
Para ellos, un pequeño ejército que cuesta dinero crear. Minas para conseguir oro y una especie de pozo petrolero que extrae un líquido valioso que se intercambia por cosas. Todo cuesta y los recursos son limitados. Para conseguir más se recurre al pillaje de las aldeas vecinas. Así como se ataca para apropiarse de los recursos de otros, uno puede ser atacado y despojado de sus ganancias. Todo el ecosistema de un estado bélico a gran detalle digital.
Bien pensados. Atractivos a público de todas las edades (me consta). Refuerzan el placer de jugar recompensando con maestría tanto en el premio como en el tiempo en que se da.
Los juegos son los mismos de siempre, pero mejor. Digital no es malo.
7 de noviembre de 2014
La Enramada
Hay un restaurante en Monterrey llamado La Enramada. El mejor chicharrón prensado que conozco. Hace unas semanas, andaba por el rumbo y, como a eso de las 6.45 en sábado fui. Llegar no es del todo placentero. Está justo debajo de un paso a desnivel, cuya lateral se satura. Hay que esperar y hacer fila, y poner buena cara.
Estaciono debajo del paso desnivel y cruzo la calle. Llego a la puerta y el horario dice que cierran a las 5. Detrás del vidrio, uno de los hermanos que manejan el negocio familiar, un tipo ya grande, está cerrando. Pongo cara de preguntar si se puede entrar todavía. Si me harían el servicio de atenderme. Me pregunta qué quiero. Chicharrón prensado. Crucé la ciudad porque este es el mejor. Me abre la puerta.
Yo vi esto de abrirle la puerta a un cliente tardío en un anuncio de McDonalds y mi primera reacción fue: ajá. Claro. Ningún empleado en el planeta te va a abrir un McDonalds cuando ya acabó su turno. Eso no pasa. Por más que me machaques con una campaña diciéndome que qué bueno que vine. De paso, tampoco te creo que la carne de tus hamburguesas venga de vacas felices en paradisíacos campos verdes.
Pero acá si. En la Enramada, en Monterrey Nuevo León, si te abren. Y te ponen buena cara. No sólo porque tu familia lleva yendo ahí, seguramente desde que abrió -hace más de 50 años-, ni porque los que te atienden te vieron desde niño. Son tan mayores que no se acuerdan de ti. Ni porque haya una complicidad bonita entre las sonrisas y anécdotas de la hermana -ya mayor también- que está en la caja, y el cliente. Ni porque le pasas 15 pesos al que pone el chicharrón en la balanza y te busca con esmero las mejores piezas. Te abren porque todo cliente trae dinero y todo marchante lo quiere. Porque aquí la ética de trabajo es así.
Debieron de haber cerrado a las 5 y son cuarto a las 7. Porque en este pueblo se vive en la parte de atrás de la tienda y se borra la frontera entre horas de trabajo y vida. Todo es una misma cosa.
Entré. El objeto perseguido estaba ya en la cámara fría, atrás. Pasando el comedor, y la cocina. Y allá vamos gritando alegremente el hermano que me abrió y un servidor. Este hombre es regio. Grita cuando platica. Las frases las termina con preguntas que en otras latitudes serían ofensas veladas. Aquí no. Aquí son preguntas honestas, hechas con franqueza y muchos decibles.
Hasta la trastienda. Va y busca mi chicharrón. Además van y sacan de quiénsabedónde la salsa y me lo dan barato, sin pasar por la báscula. Al final, se acerca desde la cocina la hermana que trae un chorizo envuelto en papel aluminio. Lo pone en mi bolsa de chicharrones y me hace un guiño. Coqueta. Sus manos huelen a rosas.
Da gusto. Monterrey no ha muerto.
4 de noviembre de 2014
Diatriba Breve sobre un spot del PV
El otro día fui al cine con mi hija mayor. Este spot del Partido Verde, me dejó frío. Lo pasaron antes de la película. La función era para niños, y el bullicio por toda la sala lo hacía notar. El cine en domingo, para niños. Palomitas volando, risotadas sinceras y alguno que otro mocoso atacándose la nariz con el dedo. Chicos, entre el parvulario y primaria.
Y llamando toda su atención, a todo color, en estéreo surround (o dolby o lo que haya sido), en la pantalla gigante: se destroza la figura del profesor mexicano.
La sal en la herida es el abatimiento del profesor, la desacreditada. El clavo en el ataúd, lo da un partido político, que se anuncia en el cine de niños. Con mi dinero.
Sobra decir que la premisa es estúpida. Con perdón. La ley que promocionan dice que no pueden impedirle el paso al niño por no pagar cuotas. Pero no arreglan el sistema de escolarización pública. Yo quiero partidos políticos que ataquen el problema real, y no que me anden pichicateando votos señalando con el dedo a un profe. ¡Que además humillan! Porque la cara de pena al final del anuncio, lo delata.
Lo ponen como el malo, claramente. Así no vamos a arreglar la educación. Está trillado lo sé, pero en los países con mejores sistemas de educación en el mundo, el profesor es un pilar de la comunidad. Uno de los mejores. Alguien respetado y querido.
Sigamosle pegando al profesor mexicano. Nos quedarán migajas como civilización.
Aquí,en el video, es un pobre tipo con cara de portero en discoteca al que mangonean los papás, la secretaría de educación, el gobierno, y los partidos políticos. Pobre. ¿Con qué tipo de autoridad se supone que va a educar, que va a corregir, a enseñar?
¡Ah! Claro, y de paso hagamos una ley antibullying para que al profe en cuyo salón pase alguna desgracia, le caiga la de padre y muy señor nuestro, en combo grande. Con todo el peso de la ley, prisión y multa millonaria aparte.
¡Caray!
12 de octubre de 2014
8 de octubre de 2014
El poder del Hábito
Terminé de leer The Power of Habit en la playa. Una ocasión de pausa, esperando el próximo reinicio. Momento perfecto para este libro.
El libro es, en general bueno. Puedo decir que lo disfruté. No obstante sólo la primera parte del libro me atrapó. Los capítulos dedicados casi en exclusivo a la fórmula de funcionamiento de los hábitos capturaron toda mi atención.
Al parecer, un ciclo de disparadores, rutinas y consecuentes satisfactores por las rutinas aunado al deseo que esos satisfactores producen son los componentes principales del coktail.
En cuanto a los hábitos organizacionales y sociales... no me queda tan claro. Las últimas dos partes del libro fallaron en dejarme claro el cómo. Se ve que la participación de la neurociencia en el estudio y comprensión del cerebro, da bases para hablar de los hábitos. Sin embargo, al llevar la idea a una organización o la sociedad entera carece del mismo fundamento.
Anécdotas interesantes, fluido y en general un buen libro. Habrá que volver sobre algunos conceptos y estudiar. También habrá que hacer experimentos.
3.5 / 5 estrellas
1/1/14
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