El otro día me encontré con Fernando Elizondo en una tienda.
Iba muy elegante. El traje era fino y el coche, Audi. Me presenté con él porque
estaba ahí, al alcance de la mano, sin guaruras y sin parafernalia. Un
ciudadano más. Le pregunté cómo le podía ayudar. Me contestó que hay que
combatir la idea de que votar por él es desperdiciar el voto. Le desee suerte.
Días después cenamos mi esposa y yo con un matrimonio de otra
generación. Nosotros estamos en nuestros treinta y tantos, ellos alrededor de
60 años. Es decir, son de la generación de Fernando Elizondo.
Aquí viene bien hacer un poco de historia de Monterrey y de
Nuevo León. Fernando Elizondo es hijo del ya fallecido ex gobernador de Nuevo
León Eduardo Elizondo. Es de aquí y ha sido figura pública, por alguna razón o
por otra, toda la vida.
Don Eduardo Elizondo había sido rector de la UANL. Fernando
estudió Derecho en la casa de todos los neoloneses mientras su padre era gobernador. Es decir,
que los que pasaron por la facultad de derecho a finales de los 60 lo ubican
perfectamente.
Don Eduardo fue muy querido por esa generación: los que ahora
tiene sesenta y pelos. Fernando estudió posgrados en el extranjero y aquí en el
TEC, fue abogado y acabó en las grandes empresas regias: Alfa e Hylsa. También
trabajó para Salinas y Rocha. Un as de las finanzas, un hombre serio:
chambeador y honrado.
Impregnado por el espíritu cívico que seguramente heredó de su
padre, se movió en política siempre vestido de ciudadano. Destacó y ocupó los
cargos que le conocemos: Tesorero del Estado (en tiempos difíciles),
Gobernador, Secretario Federal, Senador.
La opinión que tiene la generación de nuestros padres de
Fernando Elizondo es muy buena. Eso me lleve de la cena con ese matrimonio. Es un hombre de aquí, de toda la vida. Con una
historia enraizada en la vida pública de Nuevo León y de Monterrey y no se le
conoce falla, robo o escándalo que desdigan su prestigio.
Porque en Monterrey todos nos conocemos. Y se sabe que el
bronco, es… bronco. Y no paga sus deudas hasta que se aparece la ley a
cobrarlas. Y si puede mangonear a la ley lo hace. Alardea de eso. De Ivonne se
sabe que tiene padrino y es parte del partido y del sistema. Su rectitud de
intención es dudosa y suena -cuando menos a mí- irresponsable su pretensión. Como soltarle el coche a un niño. En cuanto a Felipe, lo seguimos desde hace
años. Es de la nueva generación. No le conozco pecados, pero no me parece que
sea su momento.
El que enarbola los valores y las virtudes del verdadero
Nuevo León es Fernando Elizondo. Porque se ven esos valores y virtudes que nuestros abuelos y nuestros padres usaron para construir este gran Estado: ahorro, honor, progreso social de los menos favorecidos, transparencia y eficacia del gobierno, bienestar para todo el que esté dispuesto a trabajar en serio. Un Nuevo León del que podamos estar orgullosos.
Don Fernando necesita todos los votos que podamos hacerle llegar porque Nuevo León necesita a su mejor gente.