28 de septiembre de 2014

Regañar a un adulto


Un post que se estuvo en el tintero desde hace mucho tiempo:

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Hoy tengo que conversar con un adulto acerca de su comportamiento. Ha sido grosero, ha ofendido a algunas personas.

Es déspota y prepotente. Se queja de todo, nada le complace. Cuestiona hasta las decisiones más nimias y, al final del día no confía en el proveedor de servicios al que paga, a veces inpuntualmente.
Estoy seguro que no va con Wall Mart, con la Comer o donde sea que haga el súper a cuestionarles si lo el producto que está dentro de la caja es el que está anunciado en ella. O que lleve su propio peso a revisar si la báscula de la fruta da kilo de a kilo.

Creo que es porque Wall Mart no habla con él. Creo que hay personas heridas o infectadas que van por la vida con el sistema operativo puesto en modo nefasto. Todo lo ven a través del oscuro lente de su soberbia. Porque claro, saber más que todos de todo y que las cosas nunca estén a tu altura es un indicador de superioridad. Falsa en este caso. A las claras.

Así que tengo que decirle que a la gente que forma me equipo no se les puede tratar como les trata. No se vale increpar a alguien en particular por los desastres naturales, la rotación de la tierra, que los del municipio hayan cerrado la calle, que haya reglas, horarios y semáforos, que la compañía telefónica haya cruzado las líneas, por ejemplo.

8 de febrero de 2014

Hacer sobremesa

Es un deleite, un lujo y un privilegio formar parte de una familia que puede hacer sobremesa. Habla de que el tiempo funciona a su favor y no en su contra. De paz y serenidad.

Permite escuchar con atención, bromear, calibrar las experiencias de los miembros de esa familia para que de esa mesa tanto los hijos como los padres salgan con actitudes renovadas, decisiones tomadas bajo el proceso de conversación familiar, de contar historias. Finalmente más felices y más unidos.

Tiene mucho de comunión y no toma más de 15 minutos.

26 de noviembre de 2013

No les dejaremos nada

Finalmente se trata de la Divina Providencia contra la idea de que más control es mejor. 

Es difícil aceptar que asegurar el nivel de vida de nuestros hijos, más allá de cierta edad, sin hacerles un enorme daño es toda una travesía en la cuerda floja. Hay un largo precipicio debajo.

La contra parte de esa visión es aceptar un poco de inseguridad en la vida. Es la inmersión en la realidad y el conocimiento cierto de que la vida es muy frágil, todo puede cambiar y no podemos garantizar nada. Es la lección actual que catástrofes ecológicas, desastres naturales, crisis económicas y pandemias ha dejado. 

La primera cara de esta moneda, el patrimonio garantizado, produce las circunstancias para la comodidad. Es el escenario para la cigarra que en la fábula no se asegura un futuro cuando pasen las estaciones. La segunda, en cambio, es donde aflora la actitud de la hormiguita ahorradora: el desconocimiento del futuro. No saber qué va a pasar mañana.

Por eso es triste ver a quienes se abocan a darles a sus hijos (niños y adultos) todo menos las herramientas necesarias para enfrentar la inseguridad de la vida. Es más seguro que crezcan pensando que no les dejaremos nada.




29 de marzo de 2013

Plagio

Es un asunto complicado, si se es honesto. Al final del dia no hay nada nuevo bajo el sol. Todas las palabras están en el diccionario.

Los buenos piden prestado, los mejores: roban.

25 de marzo de 2013

Whatsaap

Estoy a punto de mandar el APP a freír espárragos. Es sólo una molesta interrupción que te pone a tiro de las impertinencias.

Una de las aristas del asunto es la gratuidad. Ya quiero ver la intensidad del bombardeo si hay que pagar por cada bomba. Lo gratis nunca se valora.

Hoy por hoy llega a ser insufrible. En el ánimo de dar un buen servicio he puesto mi número ahí fuera. Me parece que me he equivocado.

La ubiquidad a través del smartphone es un castigo, me cae. La gente que quiere una respuesta a loquesea a la hora de mandar un Whatsapazo, asume que puede ser contestada inmediatamente. Y se ofende si no lo haces.

Yuhu?
Estas?

Seguramente el problema es sólo mío (y de mi paranoia). No fui educado para dejar un teléfono sonando. Por consecuencia me estresa y me distrae sobremanera el ruidito de que alguien quiere algo de ti que considera es más importante que lo que sea que estes haciendo.

La barbarie. El desorden. El exceso.

Tengo que estar permanentemente disponible para un número muy limitado de personas. Las que me suelen contactar por whatsaap no son parte.

Pasa un poco lo mismo con el correo electrónico ya sea en el teléfono o en la misma computadora. Lo urgente y lo importante -que decía Covey- pierde el sentido con el desfigurado don de la ubiquidad cibernética. Me niego.

Me niego.

14 de marzo de 2013

Sobre la cobertura de la renuncia, el cónclave y la elección

No puedo dejar de ver una cobertura informativa con ojos de periodista. Es sumamente interesante. Estos últimos días de cónclave consumí con entusiasmo cuanto encontré.

Sigo opinando que somos las más bajas personas (los periodistas). Me llevé muchas profundas decepciones. Nick Kristof, por ejemplo, me pareció insufrible estos días. Los mexicanos pésimos, salvo la encantadora Valentina Alazraki. Lo poco que vi a López Doriga bien y a Pablo Hiriart me parece que le faltó producción. Hubo un directo de una reportera (bonita, joven y española) que dio pena ajena. No pudo recordar el apellido del cardenal Scherer y básicamente dejó caer la emisión. Me recordó aquél artículo que atribuía la equívocada portada del El País a el despido de experimentados periodistas y la dependencia de jóvenes inexpertos.

Me gustó, por ahí en Internet anda, el video del Catalán -creo- de la agencia 101 contando la campaña de News.va y @pontifex. En cuanto a Internet destaco que el anuncio del nuevo Papa  lo seguí live streaming en youtube/vatican y que el primer sitio donde leí la biografía del Papa fue en .va dirigido de News.va, creo recordar. También vale la pena mencionar que el primer Papa Boy en anunciarme "Fumata Blanca", lo hizo por Whatsaap. La fuente de mis fuentes:Twitter.

Luego más.

Sin título